martes, 16 de diciembre de 2014

Aquellas maravillosas letras flamencas...

Tras una larga temporada sin escribir sobre ese vasto y fascinante mundo de las letras flamencas, vuelvo a traer unas cuantas perlas literarias tan venustas como vetustas pero que tienen paralelismos evidentes con la actualidad.

En esta temporada donde muchas personas sufren esa palabra tan maligna como manida llamada crisis, algunos pensarán en esta letra por bulerías a la hora de firmar esos contratos basura con condiciones lamentables:

Yo no tengo más remedio
Que agachar la cabecita
Decir que lo blanco es negro.

Y a pesar de todo hay que poner buenas caras y estar agradecidos como atestigua este martinete:

Desgraciaíto aquel que come
El pan de manita ajena
Siempre pensando en la cara
Si la pone mala o buena.

Algunos no tienen ni siquiera tienen la “suerte” de encontrar esos minijobs y caen en la desazón recordando esta letra:

Sentaíto en la escalera
Esperando el porvenir
Y el porvenir nunca llega.

Por ejemplo estas dos letras vienen al pelo para el “gran Fran” o el “pequeño Nicolás” como ustedes prefieran llamarlo:

Si tuvieras olivares
Como tienes fantasía
El río de Manzanares
Por tu puerta pasaría.

Los surcos de mi besana,
Están llenos de terrones,
Y tu cabeza, serrana,
Está llena de ilusiones,
De ilusiones, pero vanas.

El caso del “pequeño Nicolás” es un claro ejemplo de cómo una persona puede llegar a adentrarse en las más altas instancias del poder a través de arrimarse a contactos influyentes. El “tanto tienes, tanto vales” llevado a la máxima expresión. Así lo expresaba ya esta copla popular recogida en el Cancionero de Rodríguez Marín en 1881:

¿Tiene biñas y olibares? (aparece así la ortografía, no me linchéis)
Cantare, cantare
¿No tiene biñas y olibares?
Andare, andare.

Aunque no sólo ese chaval tiene fantasía en este país de roneadores y farsantes. Su amigo Rajoy también vive en mundos oníricos cuando afirma que la crisis ya es historia en nuestro país. Esta letra le viene de lujo:

Tienes mucha fantasía
Parece que tú has pisao
La flor de la tontería.

Nicolasito tenía muchos más amigos como Arturo Fernández, el hombre que compra las aspirinas más caras de España con su oscura tarjeta. Vaya esta letra para él y todos sus compañeros de Bankia que tenían tarjetas fantasma con gastos reales:

Permita Dios que te veas
Como el gallo de Morón
Sin chaqueta y sin calzones
Y también sin camisón.

Y es que como diría José Mota, lo de estos señores era ya “ansía viva” y una desfachatez tremenda hurtar de esa manera mientras estafaban a pobres ahorradores con las preferentes. Pero ya lo dice esta letra por soleá:

El que junta más dinero
Tiene menos compasión,
Parece que la riqueza
Endurece el corazón.

Otro fichajazo de este país que se merece una letra es Carlos Fabra, que seguro que el próximo lunes seguirá desde la cárcel el sorteo del Gordo para ver si conserva su desaparecida fortuna mientras piensa en esta letra:

El carro de mi fortuna
Poco tiempo me duró,
Cuando más a gusto estaba
El eje se me quebró.

En este mundo donde la mentira siempre pretende reinar, hay que pensar en esa máxima flamenca:

El hilo de la verdad,
Por mucho que lo adelgacen,
En la vía quebrará.

Y ahora que llegan estas fechas navideñas habrá que olvidar un poco las duquelas y alegrarse con la familia y la jamancia como refleja esta letra:

Mira si estamos contentos
Que el ruido de la olla express
No se para ni un momento.






jueves, 4 de diciembre de 2014

Farru: "El flamenco nace de la improvisación"

***Entrevista emitida en Cadena SER Extremadura el 18 de octubre de 2014. 

- ¿Cómo te sientes actuando en Extremadura?

Extremadura ha sido siempre muy flamenca y han salido grandes genios del flamenco como Porrina de Badajoz o muchos otros. La verdad es que aquí la gente es entendía y saben lo que están viendo. Es un respeto trabajar en Extremadura porque salir ahí y ver un público que sabe y se sienta a verte, la verdad es que es un riesgo y a la misma vez es una motivación.

- Estuviste en Badajoz el verano de 2013 con Paco de Lucía en Badasom, ¿qué se sentía al actuar con el maestro de Algeciras?

Pues imagínate. Yo creo que es el sueño de todo músico, no solo flamenco, y el mayor logro de cualquier persona que ame el arte y la música. Ha sido, aparte de un maestro, un amigo, un mentor y después imagínate lo que yo he aprendido ahí los cuatro años que he estado con él. Profesionalmente ha sido una de las mejores anécdotas por no decir la mejor que yo he vivido.

- Además de esta experiencia con Paco, has bebido de fuentes más directas como tu abuelo Farruco y tu hermano Juan, ¿cuáles son las señas de identidad del baile de los Farruco?

Definirlo en pocas palabras es muy difícil porque tiene muchas características. No es ni mejor ni peor que otros, sino distinto, un baile más personal porque mi abuelo tenía un baile tan innato, tan personal, tan especial que sí nos ha dejado marcados. Pero dentro de los consejos que nos daba, es que siguiendo una línea farruquera, que cada uno tuviéramos también nuestra personalidad y nuestro granito de arena que aportar y eso es lo que en esta familia tratamos cada uno, seguir ese sello, esa identidad pero al mismo tiempo contar algo que el otro no ha contado. Entonces, es difícil pero yo creo que la clave está ahí, en saber tus señas de identidad y aportar algo a la misma vez.



- ¿Qué le ha aportado a tu estilo esas fuentes bailaores de tu hermano Juan y tu abuelo Farruco?

La identidad, el sello, el que te conozcan por un simple gesto que eso es lo más difícil ahora mismo en la música. Mi abuelo no tuvo mucho de tiempo de enseñarme, pero las cosas que me enseñó era que estudiara flamenco, que fuera aficionado a la guitarra, al cante, que sobre todo, lo respetara y que intentara hacer mis cosas, que no copiara a nadie, que lo que me saliera me saliera a mi aunque al principio me costara más trabajo.

La saga continúa con tu hermano “El Carpeta”, ¿hay algún Farruco que no baile?

(Risas). Sí que lo hay porque mi familia es muy grande, tú sabes que a los gitanos nos gusta tener muchos niños, entonces en mi casa hay muchos, pero sorprendentemente solo nos dedicamos cuatro o cinco. Los demás, como cualquier gitano que le guste un poco este arte, se hace sus pinitos cantando, bailando, pero no profesionalmente que es una cosa distinta el que toca o canta por afición que el que se quiere dedicar a ello, que eso es otra carrera más.

 - Un día tu hermano Farruquito me dijo que desayunaba flamenco, ¿tomas tú esa misma pócima o incluso sientes el flamenco también cuando estás durmiendo?

Claro, yo creo que esto más que una profesión es una manera de vida. El que es flamenco, es flamenco. Yo conozco a flamencos que ni cantan, ni bailan, ni tocan, pero siente flamenco, se emocionan con el flamenco y viven flamenco aunque profesionalmente no se dediquen a ella. El flamenco siempre está, es como el agua, fluye dentro de ti y la necesitas para vivir.

- Debutaste a los dos años, casi te alimentaste ya de flamenco en el seno materno...

Literalmente, yo he mamao flamenco porque mi madre, también una gran bailaora como la Farruca, ella me cuenta que embarazada de mí con seis o siete meses, ella bailaba, daba cursos, se presentaba en los shows con la barriga, entonces yo ya estaba ahí pegando saltos, pegando botes. Cuando nací más de lo mismo, ella ha sido siempre profesora y cuando enseñaba pues yo estaba ahí mamando. Yo cuando tuve use de razón ya bailaba, ya estaba actuando por ahí.

- Con diez años ya tenías una compañía además…

Sí, además lo más fuerte es que de la compañía yo era el mayor. Imagínate el más chico.

- La formación es importante así como la técnica, ¿pero pesa mucho la improvisación?

De ahí nace el flamenco, el flamenco nace de la improvisación porque la magia, eso que llaman duende o llámalo como quieras, pero eso sucede a partir de la improvisación. Es cuando uno empieza a marcarse su propio estilo, cuando se deja llevar e improvisa. Cada vez te acostumbras más a improvisar, obviamente tienes que estudiar, tienes que prepararte porque un bailaor físicamente tiene que estar preparado, tus piernas tienen que responderte para lo que se te ocurre. Pero yo soy muy partidario de eso, monto un patrón de espectáculo, obviamente ensayo y hay un principio y un final, pero siempre en todos los bailes hay una gran parte de improvisación. Es mucho mejor porque la persona que vaya a verte al teatro, puede ir a verte veinte veces porque cada vez verán algo distinto, mejor o peor no lo sé, pero distinto sí.

- Has hecho pinitos en otros géneros de la danza colaborando con Paulina Rubio, Bjork o Beyoncé incluso has bailado para Madonna, ¿qué tal esas experiencias?

Imagínate, bailar con grandes genios de la música. Además en mi casa no sólo se ha escuchado flamenco, yo he convivido desde pequeño, me levantaba y lo mismo escuchaba a Caracol, Chocolate, Tomás Pavón, Camarón o a Michael Jackson o Mozart. Entonces, nosotros respetamos mucho la música y a esos pedazo de artistas. Tener la oportunidad de compartir con ellos es un privilegio y te enseña un poco a adaptarte a otras músicas, te educa el oído, no sólo flamenco, flamenco, flamenco. Te aporta musicalidad, otros caminos y a otras formas. Madonna se arrancó a bailar rumbas con nosotros, son genios, están tocaos por la varita.

- Se habla mucho de la fuerza, de ese derroche de técnica, de un taconeo efectista, pero creo que también es bonito cuando un bailaor se para, ¿qué es lo que más te impresiona del baile?

Claro, eso es como el toreo. Hay gente que tiene mucha técnica, que controla la situación en todo momento, que dan espectáculo, pero lo que da dinero es quedarse quieto, pero eso es lo más difícil. Cuando estás preparado y tienes mucha técnica, tienes fuerza, giro, pues claro, das diez giros, haces un taconeo de diez minutos y rematas, las luces van hacia abajo y salen fuegos artificiales, es normal que te aplaudan. Lo difícil es crear la misma emoción con sólo un golpe, por eso, hay tanta gente que son técnicos y hay tan pocos genios. Ahí estamos en la lucha.

- Pasa como en el cante que a veces se abusa de derroche de voz pero como decía Caracol: “el flamenco no es pa pedir socorro”, hay que saber templarse también.

Totalmente, es lo más difícil. Mi abuelo Farruco decía que el cante no era pa los sordos. Las facultades son facultades, ya está.

- ¿Qué proyectos tienes actualmente?

Pues estoy muy motivado y casi te lo cuento en primicia. Paco un día en la última gala en Chile, en la prueba de sonido me dijo que se había tirado toda la noche soñando conmigo. Eso me dio un poco de miedo porque como el maestro era tan perfeccionista y pensaba que en una actuación anterior ya había metido la pata o había hecho algo mal. Entonces, no pude aguantarlo y le dije que me dijera qué había soñao porque estaba jindamao, nerviosito perdío. Y me dijo que me conocía como artista y sabía lo que podía llegar a ser. “En mis sueños te veía cantando, tocando y bailando, te veía haciendo cuatro o cinco cosas a la vez, eso cualquier día lo tienes que hacer, Farru, porque creo que eres el único que puedes hacerlo”, me dijo. Entonces, en ese momento, no le eché muchas cuentas porque me dio como un poco de miedo asumir esa responsabilidad. Desgraciadamente a los cuatro o cinco meses falleció y me está atormentando eso en mi cabeza y estoy barajando hacer un espectáculo en honor a él y tocar ese punto. Además ya tenemos un proyecto avanzaíto y la gente lo está aceptando muy bien y muy pronto lo vais a poder ver.

- El cante también te apasiona desde pequeño, lo has vivido en casa, ¿no?


Tanto de cantaor no, pero me gusta. Yo he vivido mucho el cante, mi padre era uno de los cantaores patrás muy bueno, iba con todos los bailaores, yo he mamao también el cante y la guitarra de pequeño, entonces en mi casa siempre se ha cantao, tocao y bailao. Yo siempre he estado ahí, me ha gustado mucho, me encanta cantar y bailar. 

jueves, 28 de agosto de 2014

El descanso de Poveda

Decían en la mítica serie de los ochenta, Fama, que alcanzar la fama cuesta. Pero yo añadiría que cuesta más mantenerse en el Olimpo mediático con la misma personalidad que antes de formar parte de ese pequeño grupo de elegidos. A veces desde las alturas se nubla la visión al mirar para abajo. A Miguel Poveda, artista al que aprecio y admiro una jartá, parece que le está pesando la fama. Él surgió de la nada, se ha abierto un camino en el difícil mundo del flamenco superando muchas barreras como la de ser payo y catalán, ha bebido de las mejores fuentes como de Pencho Cros, de los trianeros, de Enrique o del gran Luis El Zambo de cuyo arte se ha emborrachado. Pero también se ha valido de los medios de comunicación para llegar a ser un “top”, como diría Mourinho, del arte jondo y para contar con una buena pléyade de seguidores incondicionales. En esos medios ahora va rechazando entrevistas porque según su jefa de prensa “necesita descansar”.

Respeto su decisión y respeto su descanso, pero no cuesta nada dedicar dos horas en una semana para atender a los medios de Extremadura, aunque sea sólo por los fans que tiene aquí e incluso por el millón de extremeños que con sus jurdeles van a financiar los 600.000 euros que cuesta la gala de los premios Ceres que comienza en breve en el teatro romano de Mérida. También debería hacerlo por los muchos periodistas que lo hemos apoyado e incluso defendido, pero quizás el eco de los medios regionales no resuena en el Olimpo.

Por decir esto en alguna red social, me querían crucificar en el Gólgota y es que Miguel ya desata pasiones entre sus seguidores algunos de los cuales destilan fanatismo acusándome de que hiero la sensibilidad artística. Quería estarme callado, pero no le voy a echar a mi lengua un nudo porque hay alguna gente que hace hablar a un mudo así que tenía que escribir estas líneas. Yo soy un gran seguidor de Poveda y quizás he escuchado más a Miguel y mucho más flamenco que muchos de los que saltan enfurecidos, obcecados con su delirio al cantaor. Incluso he llegado a tomarme cañas con su ídolo, a charlar de flamenco con él. 

Para mí es un artista con una gran inteligencia, un oído tremendo y unas enormes cualidades. Cuenta con una gran técnica y perfecta ejecución de todos los cantes, aunque en algunos no llegue a pellizcar del todo. Por eso hace siete años, lo llamé en una reseña “el Federer del flamenco”, algo que le gustó aunque me dijo con guasa que “él se parecía más a Nadal”. Aun así, y con mi corto entendimiento, no creo que sea el mejor, ni el número uno como muchos lo catalogan. Para mi gusto, hay cantaores mejores que Poveda en este momento y me mojo cual si de Ice Bucket Challenge (que ahora está tan de moda) se tratase y digo un nombre: Jesús Méndez. El jerezano es canela en rama, un cantaor que no sólo vive del legado de la mamaera que le dejó su tía Paquera, sino que se pelea con cada cante que le emana de las habitaciones más oscuras de la sangre, como diría el gran poeta de Fuente Vaqueros.

Dicho esto, considero a Miguel una persona entrañable, por eso me sorprende e incluso me hiere ese trato a los medios a los que siempre ha tenido y supongo sigue teniendo mucho respeto. Ese pasotismo con los medios no hace más grande a un artista porque el más grande ahora mismo en vida, la enciclopedia flamenca andante y quinta Llave de Oro del Cante como el maestro Fosforito, cada vez que lo llamo me atiende encantado así como otros artistas de primer nivel.

Espero también que esa negación a hablar con los medios sea puntual y deseo que tampoco se deba al excesivo proteccionismo que algunas veces ejercen los jefes de prensa o representantes al ejercer de filtro o taponar nuestra labor.
Así como espero que los seguidores comprendan que este artículo está lleno de buenas intenciones y no me puncen con alfileres de colores. Ahora me voy a ver a Miguel, al que deseo y auguro un gran éxito en tan magno lugar como el Teatro Romano de Mérida. Lo que sí espero es que haya descansado.

Además va a actuar junto a Ana Belén, con la que ya el gran Camarón grabara aunque fuera en la distancia ese temazo: “Amor de conuco”. Hay ganas de escucharlos y de disfrutar del arte al igual que espero que Miguel recapacite y podamos seguir escuchándolo y leyendo en muchas entrevistas. 

Y si no es verdad esto que yo digo, que Undebé me mande un castigo, si me lo quiere mandar.



domingo, 16 de marzo de 2014

Jesús Ortega, el flamenco del año



Dicen que no hay nada más bonito y difícil que ser profeta en tu tierra y entre tus compañeros. El bailaor Jesús Ortega refrendará hoy esas gratas sensaciones cuando recoja el premio “Flamenco de Extremadura 2013” en su ciudad, en Badajoz donde es profeta y ante su gente, sus compañeros de profesión que admiran su valía profesional y humana. Jesús recibe este mediodía un premio que nace, impulsado por el guitarrista Perico de la Paula y el fotógrafo Diego Gallardo, con la vocación de recoger el aprecio, el sentir y la valoración de los propios flamencos extremeños y rendir un homenaje anual a un artista de la región para que sienta el calor y apoyo de los suyos. Habrá muchos flamencos que se merezcan este reconocimiento, pero sin duda Jesús es uno de ellos por ser un fiel divulgador de este arte que tanto amamos, por enseñar a diario en su academia desplantes, taconeos y escobillas, por su gracia arriba y abajo de los escenarios y por su grandeza humana que el año pasado le llevó a organizar el festival homenaje a La Killa, la mujer de Alejandro Vega tristemente fallecida. 


Jesús Ortega rezuma compás, lleva toda su vida dedicado al flamenco, un arte con el que se levanta y acuesta, lo desayuna, saborea y cena desde que comenzara a los 10 años a bailar en la escuela de Alfonso El Maleno. Después bebió de la jonda fuente hispalense de maestros como José Galván o Manolo Marín o con figuras del baile como Eva La Yerbabuena, Israel Galván o Rafael Campillo, por citar algunos. Ha formado parte del Ballet de Cristina Hoyos y del Ballet Flamenco de Andalucía y ha actuado en la Bienal de Sevilla junto a Rafaela Carrasco y Belén Maya además de pasear su arte por medio mundo cosechando éxitos como el del espectáculo “Extremadura. Territorio Flamenco” que llevó el año pasado en el prestigioso Festival de Nimes. Por cierto, que en un mes realizará una gira por China donde los asiáticos disfrutarán de su majestuoso baile y por donde paseará el nombre de Extremadura con mucho orgullo. Porque parafraseando al poeta extremeño Manuel Pacheco que se definía como “esencialmente poeta”, el pacense es “esencialmente bailaor y extremeño”. Jesús, enhorabuena y  sastipén talí. 

Artículo publicado en El Periódico Extremadura (15 - 3 - 14): 
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/escenarios/antonio-alcantara-jesus-ortega-flamenco-ano_792593.html

jueves, 6 de marzo de 2014

Los nombres de los artistas flamencos

Los flamencos tienen, en su mayoría, un sobrenombre, apodo o nombre artístico que, en ocasiones, está impregnado de guasa. Voy a citar solo a algunos porque podrían estar aquí leyendo hasta los días señalaítos de Santiago y Santa Ana. Incluso hallar el origen de todos estos nombres, de cómo surgen daría para una tesis doctoral.
Los hay de muchos tipos. Es muy común el uso de los topónimos, es decir, poner el nombre del cantaor y su lugar de procedencia: Luis de Córdoba, El Lebrijano, La Perla de Cádiz, Antonio Mairena, María Toledo, Carmen Linares, Pepe Marchena, La Paquera de Jerez, Pedro el granaíno, Manolo de Badajoz, Corruco de Algeciras, Ramón el portugués, Melchor de Marchena, Canalejas de Puerto Real, Manolo Sanlúcar o Fernanda y Bernarda de Utrera, por citar algunos.
Estos serían los más normales: nombre de pila y lugar de origen del artista. Pero los hay más rebuscados que aluden a fenómenos meteorológicos como Terremoto de Jerez, nombres de ríos como Guadiana e incluso de animales como El Canario de Álora, El Mochuelo, Borrico de Jerez, Bernardo el de los Lobitos, Salvador Salas El Potro, Pilar La Ratita, María la Burra, El Perro de Paterna o su hijo El Cachorro de Paterna, el Mono de Jerez, el Piraña, Francisco Escudero El Perrete o Rafael Romero El Gallina.
También los hay con nombre de flor como Diego Clavel o Capullo de Jerez que dice que era muy chiquitito de niño, tan chico como un capullo y así le pusieron. O con nombre de iglesia como José Mercé que debe su nombre artístico a su etapa de monaguillo en la iglesia de la Mercé de Jerez. Existen de todos los colores como El Rojo el Alpargatero, El Negro del Puerto o Moraíto.
                             Un servidor con el maestro Pansequito
Incluso de dolores musculares como Agujetas o con nombre de estilo flamenco verbigracia María Soleá o Paco Taranto. Luego están los famosos "niño" porque el flamenco es el mayor lifting que existe: tengas los años que tengas como te pongan “niño” de apodo, eres ya niño para toda la vida. Los ejemplos son innumerables: el cacereño Simón García Niño de la Ribera, Niño Josele, Niño de la Huerta, Niña de la Puebla, Niño Ricardo, Niño Miguel, Niña Pastori o Niña de los Peines.
Hay otros motes de artistas con nombre de prenda de vestir como El Chaqueta, que usan el calé como Pitingo que significa presumido, otros nombres más iluminados como Fosforito o más enérgicos como El Eléctrico incluso hasta más duros como El Vareta. También con sus profesiones como El Cabrero o el ya citado Alpargatero. O con peculiaridad física como Perico el del Lunar, Rubichi, El Pecas, La Tremendita, El Canijo de Málaga, El Mellizo, Manuel Torre (por lo alto que era), El Viejino o por algún defecto físico como El Cojo de Málaga, El Bizco Amate, El Ciego de la Playa, Talegón de Córdoba, Luis El Zambo, El Negro del Puerto o Manuel Soto El Sordera. Y por supuesto están los que hacen referencia a su "mare" como Perico de la Paula, Niño Gloria, Rafael de Carmen, Fernando de la Morena o Paco de Lucía. 
        Y hay muchos apodos flamencos relacionados con la gastronomía. Hay un dicho que reza que los flamencos no comen, pero eso es un gran bulo. Suelen comer tarde después de actuar, pero comen. Además no hay nada más que mirar los nombres de los cantaores para desmontar esa teoría que aleja a los flamencos de la comida. En el recetario de la nomenclatura artística encontramos desde el más rico pescado como Camarón, Salmonete, Pescaílla, La Gamba o El Cigala. Todos ellos juntos servirían para acompañar a una buena Piriñaca, apodo de la gran Tía Anica de Jerez. También suenan por soleares las legumbres y hortalizas como El Habichuela, El Chícharo o Tomatito, que hacen un gran gazpacho artístico con El Perejil o Pansequito. También están las tapas flamencas como Juanito Mojama o Serranito. Incluso los moluscos cantan de maravilla una zambra como Caracol. Para los más pequeños también hay menú con el cante de El Potito. Y por supuesto, la receta de postres flamencos es variada: Chocolate, Madalena, El Torta,Porrina de Badajoz La Manzanilla, El Galleta de Málaga, Canelita o Naranjito de Triana. 

        En definitiva, una auténtica amalgama de nomenclaturas flamencas sembradas de arte. 



Una vida entre seis cuerdas


Nació entre dos aguas y vivió entre seis cuerdas. Entre seis cuerdas de las que emanaban sonidos tan bellos como imposibles, de las que solo han salido cositas buenas. Seis cuerdas que sonaron ayer a campanas porque su corazón fue menos fuerte que su pulgar, seis cuerdas que amanecieron rasgueando la pena negra de las seguiriyas por el temprano y repentino adiós de su dueño, del “amo del toque” como lo definía Tomatito, de un tocaor que bebió de su “maestro”, Niño Ricardo y de Sabicas, a los que superó con su nueva concepción del toque que todavía ninguno de sus discípulos ha sido capaz de alcanzar. El flamenco grita de dolor por el aciago adiós del genio de la sonanta, del revolucionario de la historia de la guitarra flamenca, del mejor embajador del arte jondo que diseminó las fronteras entre la música culta y la popular, “del mejor de la historia, un fuera de serie que nace una vez en la vida” como aseguraba el guitarrista emeritense Miguel Vargas. Ayer nos despertamos con esa gran pesadilla, con un jondo mazazo. Su guitarra “esa hija de la gran puta que me come el coco” vierte lágrimas de sangre, la música se queda huérfana porque no solo muere Paco de Lucía, se va el que hasta ayer era el Dios del flamenco en la tierra, un artista que ha marcado una era en este arte. Aunque no solo era patrimonio de los flamencos sino universal como afirma el sabio Manolo Sanlúcar: “Paco, consigue que su música le encante al que no entiende de esto y al que entiende, lo enloquezca”.




Se ha ido tan rápido como sus dedos ejecutando trémolos o arpegios, se marcha en silencio con esa timidez que le caracterizaba y que él mismo decía que le hizo esconderse tras la guitarra porque su sueño era ser cantaor. Bendita timidez que nos deja un legado sempiterno, un baúl cargado de gloriosas falsetas. Las malignas parcas cortan el hilo de un ser tocado por la varita de los duendes, ese hijo de la portuguesa que ya está con su madre Luzia Gomes y con su padre Antonio Sánchez que lo han recibido a compás en el firmamento donde ya brilla una estrellita chiquetita pero firme. Ya ha abrazado a Camarón, “su héroe” quien ya templa con su armónica de garganta el fandango que va a rezar en su epitafio: “cuando Dios nos da la vida, también nos condena a muerte”. José y Paco. Paco y José, un dueto glorioso que ha encumbrado al flamenco y lo ha hecho universal. Estos dos genios han sido “el alma del flamenco” como me comentaba ayer el cantaor Guadiana. ¿Quién no se ha emocionado con las falsetas de Siroco o con un quejío del de la Isla? El órgano de la garganta de Camarón resuena tan claro como el agua junto a las seis cuerdas de oro del flamenco que vibran en el cielo. Y mientras aquí abajo le cantamos por soleá: “Mira qué corta es la vía / y qué grande el sufrimiento / ya no toca Paco de Lucía / se apaga la luz del flamenco”. 

Artículo publicado en El Periódico Extremadura: http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/escenarios/vida-seis-cuerdas_789208.html

martes, 28 de enero de 2014

Le grand Porrina

Dicen que los genios son inmortales y en la capital pacense hay un gitano sempiterno, un artista afincado en el marquesado del arte que pervive en los anales de la historia flamenca: José Salazar Molina, 'Porrina de Badajoz'. Ese recuerdo imborrable del maestro de la Plaza Alta cristalizó la semana pasada en el 24 Festival Flamenco de la ciudad francesa de Nimes donde se rememoró la figura del gran gitano y de Badajoz como él tan bien cantaba en su fandango por antonomasia. Esas dos palabras son las constantes vitales del maestro de la Plaza Alta, "el amor a su pueblo y a su raza" como aseveró Paco Zambrano, director del Centro Extremeño del Flamenco. El biógrafo del marqués destacó en su ilustrativa conferencia los claroscuros del cante de Porrina, tan virtuosos como los de su paisano Zurbarán en la pintura. Habló de la voz de caramelo del pacense y dijo que tenía el mejor bajo en la historia del flamenco, pero dejó claro que no era su opinión sino la de Manuel Vallejo, segunda Llave de Oro del Cante. Junto a Zambrano estuvo María Escobar, hija de Porrina y Ramón El Portugués, yerno y sobrino del dandi flamenco.

Y ya por la noche la venusta ciudad provenzal se impregnó de jaleos y tangos con el espectáculo 'Extremadura rinde homenaje a Porrina de Badajoz' realizado con motivo del 90 aniversario del nacimiento de un cantaor emblema de la región. Flamenco con sello extremeño, con pedigrí de la Plaza Alta y emoción a raudales la que vivieron las más de 600 personas, con un tremendo amor y respeto por el arte jondo, que llenaron el teatro Bernardette Lafonte. Chaqueta blanca con clavel rojo en la solapa sobre una silla y su fandango emblemático sonando. Así empezó el espectáculo y con el cante por tonás de Pilar 'La Ratita' que continuó por malagueñas y conmovió al respetable por seguiriyas. El Chulo, bisnieto de Porrina, se templó con su precioso metal de voz por soleá que tornó en bulerías y la esencia llegó con Josefa 'La Negra', hija de Porrina, cuyos tangos y jaleos cautivaron al público nimeño. Una voz con sabor a un buen vino añejo, cante reposado y telúrico, flamenco sin artificios nacido de las entrañas del sentimiento.
Guadiana, que atesora una jondura envidiable, bordó la soleá y pellizcó por cantes de las minas, animó el teatro por tangos y le imprimió su rajo flamenco a su preciosa versión de la canción de Georges Moustaki 'El extranjero'. Miguel y Juan Vargas acariciaron sus guitarras de las que salen sonidos tan puros como preciosos. Tamara Silva, bisnieta del Porra, a las palmas y el adalid del ritmo Sabú Suárez a la percusión marcaron el compás al baile de El Peregrino, sembrado de arte con sus patás por bulerías. Fin de fiestas con otra pataíta de Ramón El Portugués y ovación de gala para este espectáculo con olor a la Plaza Alta. Unos aplausos que no sólo premiaron la gran actuación de los extremeños sino que sirvieron para honrar la memoria de un puntal del flamenco, de un cantaor al que las parcas nos robaron muy temprano, en 1977, pero que sigue muy presente porque el legado de 'le grand' Porrina es eterno.
Artículo publicado en El Periódico Extremadura: http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/escenarios/antonio-alcantara-grand-porrina_782670.html