martes, 30 de agosto de 2011

Rancapino: "El flamenco sin pellizco es como un potaje sin sal"

Cantaor de raza, con una voz y jondura flamenca envidiables. Esta es la tarjeta de presentación de Alonso Núñez, Rancapino (Chiclana de la Frontera, 1945). Iniciado junto a Camarón en la Venta Vargas, detractor del flamenco fusión, el Robert Redford de África (como lo llama con esa gracia gaditana su amigo Chano Lobato) es un emblema del cante flamenco del siglo XX.

Alonso, de nuevo en Almería y en la Peña El Taranto, entidad de la que posee un importante galardón como el premio Lucas López, ¿cómo se siente al volver a esta tierra?
Como si estuviera en mi casa de bien, venir a Almería a cantar y al mismo tiempo saludar a los buenos amigos es un orgullo. Además, es una tierra de mucha solera y de muy buenos aficionados al flamenco. Yo hice aquí la mili en 1966 en Viator, y cuando tenía días libres,me iba a la venta de Manolo Manzanilla allí en El Zapillo.Era como una sala de fiestas y allí se hacía flamenco. Recuerdo cómo canté allí con la Perlita de Huelva.

¿Cómo ve la situación del flamenco en la provincia?
Muy bien. Éste es uno de los sitios donde más se preocupan porque salgan nuevos valores y tienen muy buena atención con los cantaores que venimos aquí y nos dan mucho ánimo. Almería es una tierra muy buena.

Una vez estaba usted contratado para actuar aquí, pero no pudo presentarse porque un compadre suyo le pidió que cantase para un amigo que había venido de América, ¿quiénes son los personajes de esta historia?
Esta historia es verídica. Se trata de mi compadre Felipe González, que además junto con Carmen Romero, bautizó a mis niños. Pues esta vez, me llamó para ir a Huelva porque había venido Gabriel García Márquez y quería Felipe que yo le cantara para que el escritor escuchase flamenco.




¿Recuerda alguna anécdota más?
Una vez me llamaron para cantar en Carmona y me contrató el concejal de Cultura de allí y cuando me escuchó cantar con mi voz flamenca, decía que no me pagaba porque yo estaba ronco. Y entonces yo le dije que yo no era cantante de ópera, sino cantaor y que el flamenco es así.

Usted que conoce el flamenco que se hacía antes, ¿qué cosas cree que han
cambiado en este arte?
El flamenco lo han desvirtuado, para bien no ha mejorado nada. Lo que se escucha hoy no es flamenco ni tiene por qué llamarse flamenco. Muchos jóvenes que hay en la actualidad no distinguen el flamenco. No tienen ni
idea de lo que es porque como las criaturas no lo han vivido, están vacíos.

Compartió muchos momentos con Camarón, ¿qué recuerdos tiene de él?
De Camarón, todos. Toda la vida estuvimos juntos, yo lo casé a él.
No quiero hablar mucho de él porque tengo muchos recuerdos y era como un hermano para mí. No quiero que piense la gente que me quiero aprovechar del nombre de Camarón. José Monge Cruz aportó mucho al flamenco.

¿El flamenco es pura inspiración?
El flamenco tiene que pegar pellizco, es necesario que conmueva. Si no pasa eso, amigo mío, es como un torero que está vacío o un potaje sin sal.

jueves, 11 de agosto de 2011

'Moraíto' ya rasguea en el cielo

Las campanas que Moraíto escuchaba cada mañana en la jerezana Iglesia de Santiago doblan hoy por seguiriyas por la muerte de uno de sus paisanos más ilustres y que más flamenco ha destilado por todo el mundo. Manuel Moreno Junquera, 'Moraíto Chico', era un guitarrista grande sobre el tablao y sobre el tablero de la vida. Poseía esa gracia telúrica jerezana, tenía arte a raudales. En una entrevista recuerdo que, hablando de fútbol, me confesó salpicado de arte: “Sí, pisha, soy del Atlético. Algún defecto tenía que tener”. Rebosaba humildad y derrochaba flamencura. Heredó ese 'pedigrí' lleno de enjundia de los 'Morao', fue el eslabón continuador de su arte y se ha encargado de transmitirlo a su hijo Diego del Morao, uno de los jóvenes con más presente y futuro del flamenco.

                                                            Foto: Javier Alonso
La guitarra era su vida, “su mujer y su amante” desde que la conoció y supo mimarla y hacerla más grande. Dominaba el pulgar de maravilla y era capaz de ejecutar desde las falsetas más rítmicas a las más 'templás'. Debutó en Madrid en 'Los Canasteros' a los quince años tocándole a su paisana 'La Paquera'. Ha sido el fiel escudero de José Mercé durante más de veinte años aportando aún más aire flamenco al cantaor jerezano y creando una dupla mágica.


La afición almeriense admiraba y quería a este tocaor y tuvo la suerte de escucharlo durante muchos recitales. Este año tenía que volver en unos días junto a Mercé a alegrar con sus falsetas la Plaza Vieja y poner 'moraos' de arte a sus seguidores urcitanos. No podrá ser porque un cáncer de pulmón ha podido con él, pero no con su arte que es eterno. 'Morao' nos deja a poco más de un mes de cumplir los 55 años y ya está rasgueando en el cielo junto a sus grandes amigos Camarón, Tío Sordera o Fernando Terremoto. El arte jondo se salió ayer de compás porque con Morao se va un puntal de la guitarra, un artista que desayunaba y cenaba flamenco, un guardián de la pureza flamenca. Que Undebel te tenga en gloria, maestro.