lunes, 17 de junio de 2013

Alfonso Parras: el pintor de la luz

(Reproduzco una entrevista realizada en 2001 cuando aún era más neófito en este mundo del periodismo. Entrevista que fue publicada en Nuevo Camino Viejo en marzo de 2002 como homenaje a Alfonso Parras que nos dejó la semana pasada, aunque la eterna luz de sus cuadros sigue impregnando nuestros paisajes).

Noche fría de diciembre en Megatín, en la casa de un señor bajito, que pasea por su casa con bata, un tipo simpático y con pelo blanco alborotado: Alfonso Parras. Por sus formas sencillas y llanas parece más un humilde campesino que un artista de su categoría. Se siente orgulloso de su casa decorada con preciosas plantas y donde no faltan sus estupendos cuadros. Su estudio desprende un olor característico a pintura y madera. Entre lienzos y bocetos, Parras disfruta hablando de pintura y de su pueblo: Torredelcampo. Posee sentido del humor y entre tapa y tapa, cuenta curiosas anécdotas. A pesar de haber llegado alto, conserva una humildad férrea. Alfonso Parras puede presumir de muchos reconocimientos: Premio Nacional de Pintura en 1959, considerado como el pintor más representativo de la escuela paisajística jiennense por la crítica nacional, en 1982 le fue concedido el “Olivo de Oro” de la ciudad de Jaén, la Gran Enciclopedia de Andalucía le dedica una página, una calle lleva su nombre en Torredelcampo de la que, a pesar de no ser muy conocida, se siente orgulloso “porque la mitad está construida y la otra parte es paisaje”. Ha paseado su arte por todo el mundo y se ha formado en escuelas tan prestigiosas como Roma o París, pero Alfonso no se afana en su propio espejo, sino que camina hacia delante con gran entusiasmo y grandes propósitos disfrutando con lo que más le gusta: pintar.
-         ¿Qué sentimientos, sensaciones o recuerdos experimenta cuando pinta?

Cuando estoy pintando es cuando verdaderamente disfruto. Mi trabajo, al ser creativo, me ilusiona y con él transmito mis sentimientos. Cuando termino un cuadro probablemente deja de tener interés para mí y pienso en hacer otro. Cuando tengo alguna idea en mi mente me busco una tela grande y empiezo a darle manchas de color sobre el lienzo blanco, ya con una intención: buscar la perspectiva aérea. Mi pintura está basada en la luz y en la atmósfera.

-          A lo largo de la historia se han dado muchas definiciones de arte, ¿cómo lo definiría?

El arte es una cosa especial, un don que da Dios, algo que no se puede aprender en la universidad.

-          En su obra hay mucha predilección por los paisajes andaluces, ¿qué encuentra en ellos que le motive especialmente?

La luz de Andalucía y del Mediterráneo es una maravilla. Bajo mi punto de vista en Jaén, en la Alpujarra granadina y Almería se encuentran los pueblos más bonitos de Andalucía con esas tierras tan abigarradas. Al entrar en Jaén cambia la luz. Si vienes desde Córdoba te encuentras con pueblos maravillosos como Alcaudete o Martos. Si, en cambio, entras por Granada está Cambil, Pegalajar, La Guardia y si lo haces por Albacete disfrutas viendo la sierra de Cazorla, Segura y Las Villas. Un paisaje árido y fuerte del que también me he enamorado, debido al contraste tan enorme que presenta, es el de Canarias.
                                  

                                         Alfonso Parras: autorretrato.
-          ¿A qué dedica su tiempo libre?

A la familia y a viajar. También bajo a mi pueblo a ver mis amigos y a beberme mi vinillo (comenta entre risas).

-         Sus lienzos transmiten alegría y vivacidad, ¿son un reflejo de su personalidad?

En la pintura sí. Aunque todavía me cabreo cuando hay algo que no me sale bien.

-         ¿Recuerda alguna anécdota graciosa en su carrera?

Recuerdo dos relacionadas con Torredelcampo. Después de muchísimos años, llego al pueblo y voy a la casa de “Callandico” y me dice: “Alfonsito, ¿todavía sigues con los dibujitos?”. Otra me pasó con Joselón “el Herrero”. Yo no paraba de decirle que a ver cuándo me iba a poner una valla, pero no me hacía caso. Hasta que un día me dijo: “Yo en el verano estoy muy ocupado y no voy a subir al Cagatín pa eso y tú en el invierno te vas por ahí con la mierda de los cuadros”.

-         ¿Con qué corriente pictórica se siente más identificado?

Soy un pintor muy personal y no dependo de los demás. Nunca he querido hacer lo que el otro hace. Soy un pintor impresionista, pero con mi estilo propio, con el que más me identificado es con Alfonso Parras. Hay movimientos pictóricos y pintores que me gustan más que otros. Me encanta el impresionismo español, sobre todo Sorolla. Yo he estudiado toda la historia del arte desde los primitivos italianos hasta los impresionistas.

-           ¿Tiene predilección por algún cuadro que haya pintado?

No tengo especial predilección por ninguno. Todos son hijos míos y de unos tengo mejores recuerdos que otros. Mi pintura no es un cuadro, es un conjunto, una trayectoria. No me baso en una obra, una es continuación de otra.

-         Ha viajado por muchos países y ha conocido culturas diferentes, ¿qué piensa de la situación actual del mundo?

El otro día comentaba con un señor: “O el mundo se ha vuelto loco o el loco soy yo”. No entiendo este mundo tan violento, ni a Bin Laden ni a Bush que se está vengando ahora. Tampoco comprendo a ETA. Yo me mantengo al margen de todo eso, no pertenezco a ningún partido político. Soy católico, pero sobre todo soy torrecampeño.

-         Y hablando del pueblo, ¿qué es lo que más le gusta de Torredelcampo?

Me encanta el paisaje con ese mar de olivas que tenemos, aunque me gusta más el paisanaje, el carácter de su gente.

-         ¿Cree que es profeta en su tierra?
No (rotundo). Están reclamando hacerme un homenaje en Granada y me han dedicado dos páginas enteras en mi última exposición en la ciudad de la Alhambra. En cambio, en Jaén nada. Es que como hay tan grandes artistas, puede que yo no lo sea tanto (comenta con ironía). Yo he creado la escuela de paisajismo jiennense que es mía y de mi pueblo.
Ojalá nos siga iluminando con la luz de su pintura durante mucho tiempo.