domingo, 16 de marzo de 2014

Jesús Ortega, el flamenco del año



Dicen que no hay nada más bonito y difícil que ser profeta en tu tierra y entre tus compañeros. El bailaor Jesús Ortega refrendará hoy esas gratas sensaciones cuando recoja el premio “Flamenco de Extremadura 2013” en su ciudad, en Badajoz donde es profeta y ante su gente, sus compañeros de profesión que admiran su valía profesional y humana. Jesús recibe este mediodía un premio que nace, impulsado por el guitarrista Perico de la Paula y el fotógrafo Diego Gallardo, con la vocación de recoger el aprecio, el sentir y la valoración de los propios flamencos extremeños y rendir un homenaje anual a un artista de la región para que sienta el calor y apoyo de los suyos. Habrá muchos flamencos que se merezcan este reconocimiento, pero sin duda Jesús es uno de ellos por ser un fiel divulgador de este arte que tanto amamos, por enseñar a diario en su academia desplantes, taconeos y escobillas, por su gracia arriba y abajo de los escenarios y por su grandeza humana que el año pasado le llevó a organizar el festival homenaje a La Killa, la mujer de Alejandro Vega tristemente fallecida. 


Jesús Ortega rezuma compás, lleva toda su vida dedicado al flamenco, un arte con el que se levanta y acuesta, lo desayuna, saborea y cena desde que comenzara a los 10 años a bailar en la escuela de Alfonso El Maleno. Después bebió de la jonda fuente hispalense de maestros como José Galván o Manolo Marín o con figuras del baile como Eva La Yerbabuena, Israel Galván o Rafael Campillo, por citar algunos. Ha formado parte del Ballet de Cristina Hoyos y del Ballet Flamenco de Andalucía y ha actuado en la Bienal de Sevilla junto a Rafaela Carrasco y Belén Maya además de pasear su arte por medio mundo cosechando éxitos como el del espectáculo “Extremadura. Territorio Flamenco” que llevó el año pasado en el prestigioso Festival de Nimes. Por cierto, que en un mes realizará una gira por China donde los asiáticos disfrutarán de su majestuoso baile y por donde paseará el nombre de Extremadura con mucho orgullo. Porque parafraseando al poeta extremeño Manuel Pacheco que se definía como “esencialmente poeta”, el pacense es “esencialmente bailaor y extremeño”. Jesús, enhorabuena y  sastipén talí. 

Artículo publicado en El Periódico Extremadura (15 - 3 - 14): 
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/escenarios/antonio-alcantara-jesus-ortega-flamenco-ano_792593.html

jueves, 6 de marzo de 2014

Los nombres de los artistas flamencos

Los flamencos tienen, en su mayoría, un sobrenombre, apodo o nombre artístico que, en ocasiones, está impregnado de guasa. Voy a citar solo a algunos porque podrían estar aquí leyendo hasta los días señalaítos de Santiago y Santa Ana. Incluso hallar el origen de todos estos nombres, de cómo surgen daría para una tesis doctoral.
Los hay de muchos tipos. Es muy común el uso de los topónimos, es decir, poner el nombre del cantaor y su lugar de procedencia: Luis de Córdoba, El Lebrijano, La Perla de Cádiz, Antonio Mairena, María Toledo, Carmen Linares, Pepe Marchena, La Paquera de Jerez, Pedro el granaíno, Manolo de Badajoz, Corruco de Algeciras, Ramón el portugués, Melchor de Marchena, Canalejas de Puerto Real, Manolo Sanlúcar o Fernanda y Bernarda de Utrera, por citar algunos.
Estos serían los más normales: nombre de pila y lugar de origen del artista. Pero los hay más rebuscados que aluden a fenómenos meteorológicos como Terremoto de Jerez, nombres de ríos como Guadiana e incluso de animales como El Canario de Álora, El Mochuelo, Borrico de Jerez, Bernardo el de los Lobitos, Salvador Salas El Potro, Pilar La Ratita, María la Burra, El Perro de Paterna o su hijo El Cachorro de Paterna, el Mono de Jerez, el Piraña, Francisco Escudero El Perrete o Rafael Romero El Gallina.
También los hay con nombre de flor como Diego Clavel o Capullo de Jerez que dice que era muy chiquitito de niño, tan chico como un capullo y así le pusieron. O con nombre de iglesia como José Mercé que debe su nombre artístico a su etapa de monaguillo en la iglesia de la Mercé de Jerez. Existen de todos los colores como El Rojo el Alpargatero, El Negro del Puerto o Moraíto.
                             Un servidor con el maestro Pansequito
Incluso de dolores musculares como Agujetas o con nombre de estilo flamenco verbigracia María Soleá o Paco Taranto. Luego están los famosos "niño" porque el flamenco es el mayor lifting que existe: tengas los años que tengas como te pongan “niño” de apodo, eres ya niño para toda la vida. Los ejemplos son innumerables: el cacereño Simón García Niño de la Ribera, Niño Josele, Niño de la Huerta, Niña de la Puebla, Niño Ricardo, Niño Miguel, Niña Pastori o Niña de los Peines.
Hay otros motes de artistas con nombre de prenda de vestir como El Chaqueta, que usan el calé como Pitingo que significa presumido, otros nombres más iluminados como Fosforito o más enérgicos como El Eléctrico incluso hasta más duros como El Vareta. También con sus profesiones como El Cabrero o el ya citado Alpargatero. O con peculiaridad física como Perico el del Lunar, Rubichi, El Pecas, La Tremendita, El Canijo de Málaga, El Mellizo, Manuel Torre (por lo alto que era), El Viejino o por algún defecto físico como El Cojo de Málaga, El Bizco Amate, El Ciego de la Playa, Talegón de Córdoba, Luis El Zambo, El Negro del Puerto o Manuel Soto El Sordera. Y por supuesto están los que hacen referencia a su "mare" como Perico de la Paula, Niño Gloria, Rafael de Carmen, Fernando de la Morena o Paco de Lucía. 
        Y hay muchos apodos flamencos relacionados con la gastronomía. Hay un dicho que reza que los flamencos no comen, pero eso es un gran bulo. Suelen comer tarde después de actuar, pero comen. Además no hay nada más que mirar los nombres de los cantaores para desmontar esa teoría que aleja a los flamencos de la comida. En el recetario de la nomenclatura artística encontramos desde el más rico pescado como Camarón, Salmonete, Pescaílla, La Gamba o El Cigala. Todos ellos juntos servirían para acompañar a una buena Piriñaca, apodo de la gran Tía Anica de Jerez. También suenan por soleares las legumbres y hortalizas como El Habichuela, El Chícharo o Tomatito, que hacen un gran gazpacho artístico con El Perejil o Pansequito. También están las tapas flamencas como Juanito Mojama o Serranito. Incluso los moluscos cantan de maravilla una zambra como Caracol. Para los más pequeños también hay menú con el cante de El Potito. Y por supuesto, la receta de postres flamencos es variada: Chocolate, Madalena, El Torta,Porrina de Badajoz La Manzanilla, El Galleta de Málaga, Canelita o Naranjito de Triana. 

        En definitiva, una auténtica amalgama de nomenclaturas flamencas sembradas de arte. 



Una vida entre seis cuerdas


Nació entre dos aguas y vivió entre seis cuerdas. Entre seis cuerdas de las que emanaban sonidos tan bellos como imposibles, de las que solo han salido cositas buenas. Seis cuerdas que sonaron ayer a campanas porque su corazón fue menos fuerte que su pulgar, seis cuerdas que amanecieron rasgueando la pena negra de las seguiriyas por el temprano y repentino adiós de su dueño, del “amo del toque” como lo definía Tomatito, de un tocaor que bebió de su “maestro”, Niño Ricardo y de Sabicas, a los que superó con su nueva concepción del toque que todavía ninguno de sus discípulos ha sido capaz de alcanzar. El flamenco grita de dolor por el aciago adiós del genio de la sonanta, del revolucionario de la historia de la guitarra flamenca, del mejor embajador del arte jondo que diseminó las fronteras entre la música culta y la popular, “del mejor de la historia, un fuera de serie que nace una vez en la vida” como aseguraba el guitarrista emeritense Miguel Vargas. Ayer nos despertamos con esa gran pesadilla, con un jondo mazazo. Su guitarra “esa hija de la gran puta que me come el coco” vierte lágrimas de sangre, la música se queda huérfana porque no solo muere Paco de Lucía, se va el que hasta ayer era el Dios del flamenco en la tierra, un artista que ha marcado una era en este arte. Aunque no solo era patrimonio de los flamencos sino universal como afirma el sabio Manolo Sanlúcar: “Paco, consigue que su música le encante al que no entiende de esto y al que entiende, lo enloquezca”.




Se ha ido tan rápido como sus dedos ejecutando trémolos o arpegios, se marcha en silencio con esa timidez que le caracterizaba y que él mismo decía que le hizo esconderse tras la guitarra porque su sueño era ser cantaor. Bendita timidez que nos deja un legado sempiterno, un baúl cargado de gloriosas falsetas. Las malignas parcas cortan el hilo de un ser tocado por la varita de los duendes, ese hijo de la portuguesa que ya está con su madre Luzia Gomes y con su padre Antonio Sánchez que lo han recibido a compás en el firmamento donde ya brilla una estrellita chiquetita pero firme. Ya ha abrazado a Camarón, “su héroe” quien ya templa con su armónica de garganta el fandango que va a rezar en su epitafio: “cuando Dios nos da la vida, también nos condena a muerte”. José y Paco. Paco y José, un dueto glorioso que ha encumbrado al flamenco y lo ha hecho universal. Estos dos genios han sido “el alma del flamenco” como me comentaba ayer el cantaor Guadiana. ¿Quién no se ha emocionado con las falsetas de Siroco o con un quejío del de la Isla? El órgano de la garganta de Camarón resuena tan claro como el agua junto a las seis cuerdas de oro del flamenco que vibran en el cielo. Y mientras aquí abajo le cantamos por soleá: “Mira qué corta es la vía / y qué grande el sufrimiento / ya no toca Paco de Lucía / se apaga la luz del flamenco”. 

Artículo publicado en El Periódico Extremadura: http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/escenarios/vida-seis-cuerdas_789208.html