jueves, 28 de agosto de 2014

El descanso de Poveda

Decían en la mítica serie de los ochenta, Fama, que alcanzar la fama cuesta. Pero yo añadiría que cuesta más mantenerse en el Olimpo mediático con la misma personalidad que antes de formar parte de ese pequeño grupo de elegidos. A veces desde las alturas se nubla la visión al mirar para abajo. A Miguel Poveda, artista al que aprecio y admiro una jartá, parece que le está pesando la fama. Él surgió de la nada, se ha abierto un camino en el difícil mundo del flamenco superando muchas barreras como la de ser payo y catalán, ha bebido de las mejores fuentes como de Pencho Cros, de los trianeros, de Enrique o del gran Luis El Zambo de cuyo arte se ha emborrachado. Pero también se ha valido de los medios de comunicación para llegar a ser un “top”, como diría Mourinho, del arte jondo y para contar con una buena pléyade de seguidores incondicionales. En esos medios ahora va rechazando entrevistas porque según su jefa de prensa “necesita descansar”.

Respeto su decisión y respeto su descanso, pero no cuesta nada dedicar dos horas en una semana para atender a los medios de Extremadura, aunque sea sólo por los fans que tiene aquí e incluso por el millón de extremeños que con sus jurdeles van a financiar los 600.000 euros que cuesta la gala de los premios Ceres que comienza en breve en el teatro romano de Mérida. También debería hacerlo por los muchos periodistas que lo hemos apoyado e incluso defendido, pero quizás el eco de los medios regionales no resuena en el Olimpo.

Por decir esto en alguna red social, me querían crucificar en el Gólgota y es que Miguel ya desata pasiones entre sus seguidores algunos de los cuales destilan fanatismo acusándome de que hiero la sensibilidad artística. Quería estarme callado, pero no le voy a echar a mi lengua un nudo porque hay alguna gente que hace hablar a un mudo así que tenía que escribir estas líneas. Yo soy un gran seguidor de Poveda y quizás he escuchado más a Miguel y mucho más flamenco que muchos de los que saltan enfurecidos, obcecados con su delirio al cantaor. Incluso he llegado a tomarme cañas con su ídolo, a charlar de flamenco con él. 

Para mí es un artista con una gran inteligencia, un oído tremendo y unas enormes cualidades. Cuenta con una gran técnica y perfecta ejecución de todos los cantes, aunque en algunos no llegue a pellizcar del todo. Por eso hace siete años, lo llamé en una reseña “el Federer del flamenco”, algo que le gustó aunque me dijo con guasa que “él se parecía más a Nadal”. Aun así, y con mi corto entendimiento, no creo que sea el mejor, ni el número uno como muchos lo catalogan. Para mi gusto, hay cantaores mejores que Poveda en este momento y me mojo cual si de Ice Bucket Challenge (que ahora está tan de moda) se tratase y digo un nombre: Jesús Méndez. El jerezano es canela en rama, un cantaor que no sólo vive del legado de la mamaera que le dejó su tía Paquera, sino que se pelea con cada cante que le emana de las habitaciones más oscuras de la sangre, como diría el gran poeta de Fuente Vaqueros.

Dicho esto, considero a Miguel una persona entrañable, por eso me sorprende e incluso me hiere ese trato a los medios a los que siempre ha tenido y supongo sigue teniendo mucho respeto. Ese pasotismo con los medios no hace más grande a un artista porque el más grande ahora mismo en vida, la enciclopedia flamenca andante y quinta Llave de Oro del Cante como el maestro Fosforito, cada vez que lo llamo me atiende encantado así como otros artistas de primer nivel.

Espero también que esa negación a hablar con los medios sea puntual y deseo que tampoco se deba al excesivo proteccionismo que algunas veces ejercen los jefes de prensa o representantes al ejercer de filtro o taponar nuestra labor.
Así como espero que los seguidores comprendan que este artículo está lleno de buenas intenciones y no me puncen con alfileres de colores. Ahora me voy a ver a Miguel, al que deseo y auguro un gran éxito en tan magno lugar como el Teatro Romano de Mérida. Lo que sí espero es que haya descansado.

Además va a actuar junto a Ana Belén, con la que ya el gran Camarón grabara aunque fuera en la distancia ese temazo: “Amor de conuco”. Hay ganas de escucharlos y de disfrutar del arte al igual que espero que Miguel recapacite y podamos seguir escuchándolo y leyendo en muchas entrevistas. 

Y si no es verdad esto que yo digo, que Undebé me mande un castigo, si me lo quiere mandar.