Los flamencos tienen, en su mayoría, un sobrenombre, apodo o nombre artístico que, en ocasiones, está impregnado de guasa. Voy a citar solo a algunos porque podrían
estar aquí leyendo hasta los días señalaítos de Santiago y Santa Ana. Incluso hallar el origen de todos estos nombres, de cómo surgen daría
para una tesis doctoral.
Los
hay de muchos tipos. Es muy común el uso de los topónimos, es decir, poner
el nombre del cantaor y su lugar de procedencia: Luis de Córdoba, El Lebrijano,
La Perla de Cádiz, Antonio Mairena, María Toledo, Carmen Linares, Pepe
Marchena, La Paquera de Jerez, Pedro el granaíno, Manolo de Badajoz, Corruco de
Algeciras, Ramón el portugués, Melchor de Marchena, Canalejas de Puerto Real,
Manolo Sanlúcar o Fernanda y Bernarda de Utrera, por citar algunos.
Estos
serían los más normales: nombre de pila y lugar de origen del
artista. Pero los hay más rebuscados que aluden a fenómenos meteorológicos como
Terremoto de Jerez, nombres de ríos como Guadiana e incluso de animales como El Canario
de Álora, El Mochuelo, Borrico de Jerez, Bernardo el de los Lobitos, Salvador
Salas El Potro, Pilar La Ratita, María la Burra, El Perro de Paterna o su hijo El
Cachorro de Paterna, el Mono de Jerez, el Piraña, Francisco Escudero El Perrete o Rafael Romero El Gallina.
También
los hay con nombre de flor como Diego Clavel o Capullo de Jerez que dice que
era muy chiquitito de niño, tan chico como un capullo y así le pusieron. O con
nombre de iglesia como José Mercé que debe su nombre artístico a su etapa de
monaguillo en la iglesia de la Mercé de Jerez. Existen de todos los colores como El Rojo el Alpargatero, El Negro del Puerto o Moraíto.
Un servidor con el maestro Pansequito
Incluso
de dolores musculares como Agujetas o con nombre de estilo flamenco verbigracia María Soleá o Paco Taranto. Luego están los famosos "niño" porque el flamenco es
el mayor lifting que existe: tengas los años que tengas como te pongan
“niño” de apodo, eres ya niño para toda la vida. Los ejemplos son innumerables: el cacereño Simón García Niño de la Ribera, Niño Josele, Niño de la Huerta, Niña de la Puebla, Niño Ricardo, Niño
Miguel, Niña Pastori o Niña de los Peines.
Hay
otros motes de artistas con nombre de prenda de vestir como El Chaqueta, que usan el calé como Pitingo que significa presumido, otros nombres más
iluminados como Fosforito o más enérgicos como El Eléctrico incluso hasta más duros
como El Vareta. También con sus profesiones como El Cabrero o el ya citado
Alpargatero. O con peculiaridad física como Perico el del Lunar, Rubichi, El
Pecas, La Tremendita, El Canijo de Málaga, El Mellizo, Manuel Torre (por lo
alto que era), El Viejino o por algún defecto físico como El Cojo de Málaga, El
Bizco Amate, El Ciego de la Playa, Talegón de Córdoba, Luis El Zambo, El Negro
del Puerto o Manuel Soto El Sordera. Y por supuesto están los que hacen referencia a su "mare" como Perico de la Paula, Niño Gloria, Rafael de Carmen, Fernando de la Morena o Paco de Lucía.
Y hay
muchos apodos flamencos relacionados con la gastronomía. Hay un dicho que reza
que los flamencos no comen, pero eso es un gran bulo. Suelen comer tarde
después de actuar, pero comen. Además no hay nada más que mirar los nombres de los
cantaores para desmontar esa teoría que aleja a los flamencos de la comida. En
el recetario de la nomenclatura artística encontramos desde el más rico pescado
como Camarón, Salmonete, Pescaílla, La Gamba o El Cigala. Todos ellos juntos
servirían para acompañar a una buena Piriñaca, apodo de la gran Tía Anica de
Jerez. También suenan por soleares las legumbres y hortalizas como El Habichuela,
El Chícharo o Tomatito, que hacen un gran gazpacho artístico con El Perejil o Pansequito. También
están las tapas flamencas como Juanito Mojama o Serranito. Incluso los moluscos cantan de maravilla una zambra como Caracol. Para los más
pequeños también hay menú con el cante de El Potito. Y por supuesto, la receta
de postres flamencos es variada: Chocolate, Madalena, El Torta,Porrina de Badajoz La Manzanilla, El
Galleta de Málaga, Canelita o Naranjito de Triana.
En definitiva, una auténtica amalgama de nomenclaturas flamencas sembradas de arte.
En definitiva, una auténtica amalgama de nomenclaturas flamencas sembradas de arte.
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