jueves, 6 de marzo de 2014

Una vida entre seis cuerdas


Nació entre dos aguas y vivió entre seis cuerdas. Entre seis cuerdas de las que emanaban sonidos tan bellos como imposibles, de las que solo han salido cositas buenas. Seis cuerdas que sonaron ayer a campanas porque su corazón fue menos fuerte que su pulgar, seis cuerdas que amanecieron rasgueando la pena negra de las seguiriyas por el temprano y repentino adiós de su dueño, del “amo del toque” como lo definía Tomatito, de un tocaor que bebió de su “maestro”, Niño Ricardo y de Sabicas, a los que superó con su nueva concepción del toque que todavía ninguno de sus discípulos ha sido capaz de alcanzar. El flamenco grita de dolor por el aciago adiós del genio de la sonanta, del revolucionario de la historia de la guitarra flamenca, del mejor embajador del arte jondo que diseminó las fronteras entre la música culta y la popular, “del mejor de la historia, un fuera de serie que nace una vez en la vida” como aseguraba el guitarrista emeritense Miguel Vargas. Ayer nos despertamos con esa gran pesadilla, con un jondo mazazo. Su guitarra “esa hija de la gran puta que me come el coco” vierte lágrimas de sangre, la música se queda huérfana porque no solo muere Paco de Lucía, se va el que hasta ayer era el Dios del flamenco en la tierra, un artista que ha marcado una era en este arte. Aunque no solo era patrimonio de los flamencos sino universal como afirma el sabio Manolo Sanlúcar: “Paco, consigue que su música le encante al que no entiende de esto y al que entiende, lo enloquezca”.




Se ha ido tan rápido como sus dedos ejecutando trémolos o arpegios, se marcha en silencio con esa timidez que le caracterizaba y que él mismo decía que le hizo esconderse tras la guitarra porque su sueño era ser cantaor. Bendita timidez que nos deja un legado sempiterno, un baúl cargado de gloriosas falsetas. Las malignas parcas cortan el hilo de un ser tocado por la varita de los duendes, ese hijo de la portuguesa que ya está con su madre Luzia Gomes y con su padre Antonio Sánchez que lo han recibido a compás en el firmamento donde ya brilla una estrellita chiquetita pero firme. Ya ha abrazado a Camarón, “su héroe” quien ya templa con su armónica de garganta el fandango que va a rezar en su epitafio: “cuando Dios nos da la vida, también nos condena a muerte”. José y Paco. Paco y José, un dueto glorioso que ha encumbrado al flamenco y lo ha hecho universal. Estos dos genios han sido “el alma del flamenco” como me comentaba ayer el cantaor Guadiana. ¿Quién no se ha emocionado con las falsetas de Siroco o con un quejío del de la Isla? El órgano de la garganta de Camarón resuena tan claro como el agua junto a las seis cuerdas de oro del flamenco que vibran en el cielo. Y mientras aquí abajo le cantamos por soleá: “Mira qué corta es la vía / y qué grande el sufrimiento / ya no toca Paco de Lucía / se apaga la luz del flamenco”. 

Artículo publicado en El Periódico Extremadura: http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/escenarios/vida-seis-cuerdas_789208.html

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