sábado, 23 de julio de 2011

Dos nuevos soles brillan en la Costa del Sol

Perdonen si me pongo estupendo (como diría Max Estrella) en este artículo que está escrito con la tinta de mi corazón.

Hay momentos e instantes en la vida que permanecen grabados en el baúl de los gratos recuerdos de nuestra memoria. El miércoles por la tarde hice un hueco en ese cofre de bellas sensaciones. Conocí a dos pequeños que ya son grandes amigos de este humilde escribano: Alessandro y Leonardo, los vástagos de Falete, mi gran amigo desde la infancia y que el tiempo no ha secado las ramas del fuerte árbol de nuestra amistad. Me encantó verlo tras una larga temporada y ahora tengo dos razones más para quererlo.

Llegué a la ciudad malacitana un poco consternado porque mi León no rugía demasiado por las carreteras andaluzas y sufrió una pájara cual Indurain en la Vuelta del 96. Me encontré con otro amigo del núcleo duro del sanedrín, Manuel Chica, cuyo corazón es una clara antítesis de su apellido.

Nos dirigimos hacia Fuengirola y allí nos esperaban los dos soles que iluminan la vida de los Fernández y los Ceotto y encandilan también la mía. Nos recibieron mientras comían peras y manzanas trituradas y sus vivos ojos escudriñaban todo lo que acontecía. ¡Cuánta ternura! No puedo describir todo lo que sentí al ver a los retoños de uno de mis mejores amigos con el que parece que fue ayer cuando compartías pupitre en el colegio e instituto. El tempus fugit, pensé. Y es verdad que vuela, pero soy de la opinión de que hay saborear cada ciclo vital con intensidad. Ya lo dijo Quevedo: “soy un fue, un será y un es cansado”, pero a pesar de este 'inmundo' debemos combatir y mitigar ese cansancio quevediano con alegría y optimismo. Esa tarde fui aún más feliz. Disfruté jugando con ellos embriagado de emociones, cogiéndolos entre mis brazos después de que su madre le dijera: 'Vete con tito Antonio'. Me inundó la felicidad al ver a dos criaturas tan hermosas, al comprobar la ternura con la que sus padres, sus abuelos y su bisabuela los miraban.

                                          ¡Dame un abrazo, Alessandro!

Vieron su primera luz en Conigliano, ciudad italiana donde nació Del Piero. Portan ya esa magia como el de la Juve con el balón. Alessandro y Leonardo. Leonardo y Alessandro. Hasta el verso resulta octosílabo. Poesía pura. Qué bien suena, diantres, se mire por dónde se mire. Pronto estarán hablando la lengua de Dante y la de Cervantes. Arte puro. Ahora, como dice su padre con sorna, “el nombre es más grande que ellos”, pero ya mismo se comerán este mundo con esa vehemencia que irradian y seguirán nutriendo de felicidad a los que nos consideramos de su familia.
                                         Leonardo, un glotón feliz

Son fruto de un amor grande, verdadero e incisivo que se gestó en Londres y ha perdurado a caballo entre Italia y España. Eso sí que es unión europea y no la pantomima de Sarkozy y Merkel. Son el perfecto resultado de dos personas que han unido sus vidas para que broten otros dos soles que alumbran aún más la costa malagueña.

Muchas felicidades de nuevo. Tanti auguri ancora.





4 comentarios:

  1. Hola Antonio, nos has enternecido con tu "crónica". Un abrazo

    Rafael y M Santi

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  2. Me alegro que os haya gustado. Es que son dos "primores" como diría mi abuela. A ver si mes deslío un poco de la tesina y saco un hueco para leer toda tu novela en tu blog porque he leído algo y tiene buena pinta. Un abrazo a los dos y a seguir disfrutando de los retoños.

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  3. Mi querido Amigo, no puedo comentar nada a lo que escribes...aunque en más de una ocasión lo he intentado sin éxito. Me emocionaste en su día me vuelvo a emocionar ahora que lo releo. La única pena que me da es que no nos veamos tanto como me gustaría y que estos muchachitos no disfruten de tu cariño...pero esto tiene facil remedio.
    Un abrazo enorme.

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  4. Pues ya lo has dejado, ahora sí está bien el comentario. Lo que pasa es que no sé si eres Rafael Fernández López u Ochoa jeje. De todas formas, me alegre que te emocione. A mí me gustaría también ver más a los niños, la semana pasada me quedé con las ganas. Pero bueno, al menos disfruté de ellos hace 15 días. Un abrazo grande.

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