jueves, 8 de noviembre de 2012

Toñi Fernández, de la mano del buen cante

Hay empeños que uno hace consigo mismo, cuentas pendientes con tu propio fisco. Y yo tenía una desde hace varios meses: sentarme a escribir unas líneas sobre “Dame la mano”, el primer disco de la cantaora almeriense Toñi Fernández. Por fin he sacado tiempo y aunque con un poco de demora, más vale tarde que nunca si el disco es bueno. Era algo que, aunque ha sido más después que antes, tenía que expresar porque la alegría fue inmensa cuando lo vi en mi buzón y, sobre todo, cuando comenzó a sonar en mi coche. Desde que escuché a Toñi por primera vez, no paré de repetirle a su marido Carlos, “el zapillerito de sus ojos”, que grabara un disco porque estaba convencido, y sigo, de que voces como la suya hay pocas. Fui muy “jartible”, a veces más pesao que un sudafricano con una vuvuzela, pero lo hacía porque me superaban las ganas de escucharla cuando quisiera sin necesidad de esperar a un recital o una reunión de cabales. Afortunadamente, Carlos y Toñi que chanelan de esto mucho más que yo, no me echaron muchas cuentas y lo cocinaron a fuego lento. El resultado ha sido esa perfecta receta flamenca: “Dame la mano”. Esta noche a las diez y media lo presenta en su tierra, en la plaza de la Constitución, la conocida Plaza Vieja, para deleite de sus paisanos. Una pena no estar allí.

Es la ópera prima de esta cantaora gitana de pura cepa que aglutina todas las cualidades para triunfar en el flamenco y sobre todo un poder de transmisión enorme que pellizca el tuétano (y perdónenme este tópico flamenco, pero si hay pellizco, hay que decirlo porque últimamente no es que abunde mucho). Un disco con una soleá que se extiende como una verdolaga con tallos enroscados en los pilares del flamenco, unas alegrías en las que rinde un tributo a Almería como epicentro de su vida y a esos sabios cantes de “El ciego de la playa”, la peña en la que forjó sus primeros compases. Unas alegrías que se bañan en la orilla de El Zapillo y saborean esa sal de la mar almeriense de la que está impregnada el cante de Toñi. Nos ofrece su mano y su corazón por tangos-rumbas e impone la fuerza telúrica de su flamenco por Levante, con unas tarantas en las que se “pelea” con el cante y le gana la partida. Recoge también unos tangos “fresquitos” (como dicen los “entendíos”) de tinte romántico con el genial aliño del piano de Fidel Cordero y la guitarra y buzuki de Riki Rivera.


El segundo hemiciclo del disco comienza como el primero con un compás de doce tiempos, pero en este caso por bulerías en las que se acuerda de algunos maestros del cante como Rosalía de Triana, Tomás Pavón y Juan Talega. Bulerías de puro compás.

Se mete en más “jondura” con una seguiriya dedicada a su hermano Manuel (“El Titi”, canela en rama también), en la que Toñi hace que las campanas lloren con su cante quejumbroso con el que hasta las “pieras” sienten sus fatigas. Flamenco sin artificios, cante sin ambages. El vello como la cabeza de Espinete.

La seguiriya es el preludio de “Eres el verso”, una preciosa bulería compuesta por el guitarrista Jesús Fernández, que atesora un sentido musical de otro planeta. Punza las emociones por malagueñas y cierra el disco como Antonio Mairena ponía el broche de oro a los festivales, por martinetes. Ole de verdad.


                   De los buenos manantiales nacen los buenos ríos:
                                       los Fernández y los "Troníos". 

Todo ello con la colaboración de la guitarra más flamenca, esa sonanta de Diego del Morao, el virtuosismo de Pedro Sierra (productor del disco), o el temple de Jesús del Rosario y Miguel Salado aderezados por la creatividad de Riki Rivera y Jesús Fernández y algunas flamenquísimas letras de “El Pele”, David Palomar o Rosario “La Tremendita”.

Si quieren comprobar la buena salud de la que goza el flamenco escuchen este disco, una auténtica kermés flamenca, una publicación a la que hay que darle no sólo la mano, sino un abrazo.

Y es que si se hunde el firmamento y aunque vengan temporales, existirá el buen flamenco en el eco de Toñi Fernández.

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