Este verano tuve el honor de que me publicaran el artículo
«La siega en Torredelcampo: cante bajo la canícula» en una obra miscelánea
titulada «Presumes que eres la ciencia. Estudios sobre flamenco» coordinada por José Cenizo Jiménez y Emilio Gallardo Saborido. Un libro que surge de las
experiencias del II Congreso de Investigación y Flamenco (COFLA) impulsado por la Universidad de Sevilla
en 2013 y en el que colaboré con una charla sobre la misma temática: los cantes
de laboreo. Unos cantes que tienen un auténtico carácter funcional, es decir,
producir un efecto meloterápico en los campesinos que los cantaban, además de
servir para atestiguar una serie de rituales o formas de vida de una época.
Mi abuelo Antonio segando allá por el 2000
El pueblo jiennense de Torredelcampo hace gala a su nombre
y posee una rica amalgama de cantes del campo como la gañana, siega o trilla.
De todos ellos, el cante de siega es sin duda el más exclusivo ya que podría
incluso considerarse autóctono, aunque es cierto que en pueblos limítrofes como
Torredonjimeno también se practica.
Son peculiares tanto por su temática, fundamentalmente
picarona y en ocasiones libidinosa, como por su melodía ya que son diferentes a
la gañana o trilla, al registrar un cambio de modalidad y un alargamiento
estrófico.
El libro completo se puede leer en este enlace. Mi
artículo está en la página 188.
La siega en Torredelcampo, cante bajo la canícula
La siega en Torredelcampo, cante bajo la canícula