Decían en la mítica serie de los ochenta, Fama, que alcanzar
la fama cuesta. Pero yo añadiría que cuesta más mantenerse en el Olimpo
mediático con la misma personalidad que antes de formar parte de ese pequeño
grupo de elegidos. A veces desde las alturas se nubla la visión al mirar para
abajo. A Miguel Poveda, artista al que aprecio y admiro una jartá, parece que
le está pesando la fama. Él surgió de la nada, se ha abierto un camino en el difícil mundo del flamenco superando muchas barreras como la de ser payo y catalán, ha bebido de las mejores fuentes como de Pencho Cros, de los trianeros, de Enrique o del gran Luis El Zambo de cuyo arte se ha
emborrachado. Pero también se ha valido de los medios de comunicación para
llegar a ser un “top”, como diría Mourinho, del arte jondo y para contar con
una buena pléyade de seguidores incondicionales. En esos medios ahora va
rechazando entrevistas porque según su jefa de prensa “necesita descansar”.
Respeto su decisión y respeto su descanso, pero no cuesta
nada dedicar dos horas en una semana para atender a los medios de Extremadura, aunque
sea sólo por los fans que tiene aquí e incluso por el millón de extremeños que
con sus jurdeles van a financiar los 600.000 euros que cuesta la gala de los
premios Ceres que comienza en breve en el teatro romano de Mérida. También
debería hacerlo por los muchos periodistas que lo hemos apoyado e incluso
defendido, pero quizás el eco de los medios regionales no resuena en el Olimpo.
Por decir esto en alguna red social, me querían crucificar en
el Gólgota y es que Miguel ya desata pasiones entre sus seguidores algunos de
los cuales destilan fanatismo acusándome de que hiero la sensibilidad artística.
Quería estarme callado, pero no le voy a echar a mi lengua un nudo porque hay
alguna gente que hace hablar a un mudo así que tenía que escribir estas líneas.
Yo soy un gran seguidor de Poveda y quizás he escuchado más a Miguel y mucho
más flamenco que muchos de los que saltan enfurecidos, obcecados con su delirio
al cantaor. Incluso he llegado a tomarme cañas con su ídolo, a charlar de
flamenco con él.
Para mí es un artista con una gran inteligencia, un oído
tremendo y unas enormes cualidades. Cuenta con una gran técnica y perfecta
ejecución de todos los cantes, aunque en algunos no llegue a pellizcar del
todo. Por eso hace siete años, lo llamé en una reseña “el Federer del flamenco”,
algo que le gustó aunque me dijo con guasa que “él se parecía más a Nadal”. Aun
así, y con mi corto entendimiento, no creo que sea el mejor, ni el número uno
como muchos lo catalogan. Para mi gusto, hay cantaores mejores que Poveda en
este momento y me mojo cual si de Ice Bucket Challenge (que ahora está tan de
moda) se tratase y digo un nombre: Jesús Méndez. El jerezano es canela en rama,
un cantaor que no sólo vive del legado de la mamaera que le dejó su tía
Paquera, sino que se pelea con cada cante que le emana de las habitaciones más
oscuras de la sangre, como diría el gran poeta de Fuente Vaqueros.
Dicho esto, considero a Miguel una persona entrañable, por
eso me sorprende e incluso me hiere ese trato a los medios a los que siempre ha
tenido y supongo sigue teniendo mucho respeto. Ese pasotismo con los medios no
hace más grande a un artista porque el más grande ahora mismo en vida, la enciclopedia
flamenca andante y quinta Llave de Oro del Cante como el maestro Fosforito,
cada vez que lo llamo me atiende encantado así como otros artistas de primer
nivel.
Espero también que esa negación a hablar con los medios sea
puntual y deseo que tampoco se deba al excesivo proteccionismo que algunas
veces ejercen los jefes de prensa o representantes al ejercer de filtro o taponar
nuestra labor.
Así como espero que los seguidores comprendan que este
artículo está lleno de buenas intenciones y no me puncen con alfileres de
colores. Ahora me voy a ver a Miguel, al que deseo y auguro un gran éxito en
tan magno lugar como el Teatro Romano de Mérida. Lo que sí espero es que haya
descansado.
Además va a actuar junto a Ana Belén, con la que ya el gran
Camarón grabara aunque fuera en la distancia ese temazo: “Amor de conuco”. Hay
ganas de escucharlos y de disfrutar del arte al igual que espero que Miguel recapacite
y podamos seguir escuchándolo y leyendo en muchas entrevistas.
Y si no es verdad esto que yo digo, que Undebé me mande un
castigo, si me lo quiere mandar.