Un
programa de doctorado, que podría extinguirse con los nuevos planes
de estudio, forma a doctores en flamenco en la Universidad de Sevilla
Antonio
Alcántara
Doctor
en flamenco. A este título, que no sirve para recetar una seguiriya
de Manuel Torre o una malagueña del Mellizo, aspiran más de 130
alumnos de posgrado de la Universidad de Sevilla. El flamenco está
inmerso con mucho compás en el tercer ciclo de la institución
académica hispalense al ritmo del doctorado “El flamenco: un
acercamiento multidisciplinar a su estudio”, cuya denominación
constata que no es un cursillo o conferencia liviana y superflua
sobre la jonda materia. Esta genial iniciativa surgió gracias al
esfuerzo ímprobo de docentes universitarios y totalmente por amor al
arte, en este caso al jondo. “El flamenco
tenía que adquirir rango académico y entrar en la formación e
investigación universitaria”, asevera la profesora Eulalia Pablo,
coordinadora actual del programa y auténtica alma máter junto con
José Luis Navarro y Cristina Cruces, la primera directora del
doctorado.
Desde
que comenzara en 2004, los estudiantes de este programa
interdepartamental, único en todo el mundo, han aportado a la
investigación flamenca una seria y vasta gama de trabajos. Estudios
tan diversos como “La saeta en Extremadura” de la investigadora y
cantaora Raquel Cantero, “Flamenco y Radio en Sevilla desde 1924 a
2010” del periodista Ildefonso Vergara, “El pie de la bailaora de
flamenco” de José Manuel Castillo o una magnífica biografía y
análisis estilístico y musical de José Cepero realizada por el
investigador y crítico Antonio Conde. Hasta un servidor se ha atrevido a hacer la tesina sobre "Los cantes de labor de Torredelcampo".
Dentro
de este programa hay ya cuatro alumnos que han conseguido el título
de doctor, además otros cincuenta han presentado sus tesinas y ya
pueden ronear de su Diploma de Estudios Avanzados. Kyoko
Shikaze consiguió este título, pasaporte previo a la tesis, con su
proyecto “El flamenco en Japón”. A la manida pero obligada
pregunta de qué tiene el arte jondo que tanto atrae a sus paisanos,
responde con gracia: “Nos gusta mucho porque tenemos
muy buen gusto, pero también nos apasiona el jazz, la salsa o el
tango argentino”. La corresponsal de la revista
japonesa especializada “Paseo Flamenco”, que ha acompañado como
traductora a
Paco de Lucía, Sara Baras, Joaquín Cortés o Vicente Amigo, decidió
matricularse para “ordenar mi conocimiento y mirar el flamenco de
otra manera”.
Como
asevera Kyoko este doctorado, ahora reconvertido en máster, ofrece
al alumno una perspectiva más amplia sobre el flamenco. El
estudiante de este programa debe cursar durante el primer año 30
créditos siempre con el flamenco como eje vertebrador entre
asignaturas variopintas como “Historia del baile”, “Los medios
como agentes de socialización del flamenco”, “Los estilos
flamencos y su didáctica” impartida por la profesora Pablo,
“Género y Flamenco. La sexuación del arte” de la antropóloga
Assumpta Sabuco o “La complejidad musical del flamenco: estructuras
armónicas y rítmicas” a cargo del guitarrista y doctor en
Filología Hispánica, Francisco Escobar. El profesor sevillano, uno
de los más implicados en las coordinaciones de los proyectos,
corrobora la importancia de este programa que “ofrece unas
estrategias formativas e interdisciplinares que facultan al
doctorando en el proceso de forja paulatina de una tesis rigurosa,
artículos publicables en revistas de impacto y sometidas a un
sistema de revisión de pares (réferit)”. Escobar añade que “de
esta manera el futuro especialista podrá contribuir al desarrollo
científico de nuestro campo, dando, al tiempo, un paso adelante en
el avance de los estudios sobre su objeto de análisis”.
Pero
este doctorado no está sólo concebido para fomentar la
investigación en materia flamenca, sino para “ponerlo
a la altura de otras artes o disciplinas y una desvinculación
significativa a antiguos tópicos”, como reconoce la cantaora Rocío
Márquez, otra alumna del programa. Esta joven onubense, ganadora de
la Lámpara Minera en 2008, considera que es muy importante que el
flamenco esté en la universidad porque es una “responsabilidad de
todos los que amamos nuestra cultura hacer que el flamenco, un modo
de expresión artística de nuestro pueblo, esté al alcance de todo
el que quiera conocerlo y acercarse a él”. Al igual que Márquez,
el bailaor malagueño Manolo Albarracín ha decidido inscribirse este
curso en el programa ya que considera que el flamenco es parte de la
historia de Andalucía. “Hemos
crecido hablando de él, cantándolo y bailándolo, disfrutándolo y
presumiendo de él cuando viajábamos a otros países, por eso es
necesario que se estudie para que apreciemos aún más su riqueza y
le demos la importancia que realmente tiene ya que es una de nuestras
insignias”, asevera este nuevo alumno.
Los
estudiantes de este doctorado no son todos andaluces o españoles,
sino que proceden de diversas partes del mundo como Italia,
Dinamarca, Holanda, Brasil, Corea o Estados Unidos constituyendo un
auténtico crisol cultural en las aulas sevillanas con una pasión
común: el flamenco.
A
pesar de la buena marcha y del éxito cosechado durante los siete
cursos del programa, no está asegurada su continuidad en los
próximos años debido a boloñeses planes. La directora del
doctorado comenta que “tenemos la
satisfacción de lo conseguido, la respuesta de nuestros alumnos y,
por otra, la carrera de obstáculos que hemos tenido que realizar y
que, con los cambios de los nuevos planes de estudios, va a dar al
traste con el actual programa de doctorado, que seguramente
desaparecerá cuando empezaba a dar sus frutos”. Sería una pena
negra como la de una seguiriya que se parase el compás en las aulas
universitarias sevillanas.